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El Celibato

  • Foto del escritor: Álvaro Vergara
    Álvaro Vergara
  • 28 sept 2015
  • 4 Min. de lectura

Querido hermano la alegría nos inunda a todos los que por la gracia de Nuestro Señor Jesucristo, tuvimos el enorme privilegio de celebrar su Resurrección. Te escribo lleno de gozo para compartir esta doctrina que está siendo atacada inmisericordemente por personas que desconocen el don de Dios.

Jesús en el Evangelio nos habla de dos vocaciones. Las dos vienen del mismo Señor tanto el sacramento del Matrimonio como el celibato por el Reino de Dios. Es Él quien les da sentido y les concede la gracia indispensable para vivirlas conforme a su voluntad.

En la primera parte del texto Mateo 19, 4-12, Jesús desarrolla una enseñanza alrededor del sacramento del Matrimonio. Pero al final aprovecha la oportunidad para hablarnos de otra vocación que es la del celibato por amor al Reino de Dios. Veamos que nos dice el Señor en el Evangelio de San Mateo:

Pero él les dijo: "No todos entienden este lenguaje, sino aquellos a quienes se les ha concedido. Porque hay eunucos que nacieron así del seno materno, y hay eunucos que fueron hechos tales por los hombres, y hay eunucos que se hicieron tales a sí mismos por el Reino de los Cielos. Quien pueda entender, que entienda." (Mateo 19, 12s)

Jesús nos habla de eunucos, pero ¿Qué son los eunucos? Los eunucos eran personas a los que extirpaban o inutilizaban los órganos genitales. Dicho de otro modo personas que no podían tener relaciones sexuales debido a este impedimento físico. Pero el Señor aclara que hay personas que se hace así mismo eunucos por el Reino. Es decir que tomaron la opción de privarse de la vida conyugal por el Reino de los Cielos. Esto era una novedad en ese momento por eso ante la sorpresa de sus oyentes Jesús les dice:

“que el que pueda entender que entienda.”

Más adelante podemos ver que la primera comunidad interpreto de esta misma forma el mensaje del Señor. Vemos como San Pablo siguió el ejemplo de Jesús y se mantuvo célibe. Como nos enseña la Palabra de Dios:

“No obstante, digo a los célibes y a las viudas: Bien les está quedarse como yo. Pero si no pueden contenerse, que se casen; mejor es casarse que abrasarse”.

(1Corintios 7, 8-9)

La Escritura nos muestra las dos vocaciones y ninguna excluye a la otra, son parte de un mismo cuerpo que es la Iglesia. Y esta es la voluntad del Señor. Es más la Sagrada Escritura nos habla con gran claridad que ni una cosa ni la otra son pecados ni van en contra de la voluntad de Dios. Como nos dice la Escritura:

“Por tanto, el que se casa con su novia, obra bien. Y el que no se casa, obra mejor…” (1Corintios 7, 38)

Entonces ¿porque el sacerdote no se casa? ¿Acaso no podría servir a Dios estando casado? Por supuesto que si. Pero la Palabra de Dios nos da las razones porque nuestro Señor nos hablo de celibato por amor del Reino. Porque es mejor para el siervo de Dios estar célibe. Tal y como nos dice la Biblia:

“Yo los quisiera libres de preocupaciones. El no casado se preocupa de las cosas del Señor, de cómo agradar al Señor. El casado se preocupa de las cosas del mundo, de cómo agradar a su mujer; está por tanto dividido. La mujer no casada, lo mismo que la doncella, se preocupa de las cosas del Señor, de ser santa en el cuerpo y en el espíritu. Mas la casada se preocupa de las cosas del mundo, de cómo agradar a su marido. Les digo esto para su provecho, no para tenderles un lazo, sino para moveros a lo más digno y al trato asiduo con el Señor, sin división.” (1Corintios 7, 32-35)

Aquí vemos porque tanto los sacerdotes como los religiosos y las religiosas deciden optar por el celibato. La razón es muy sencilla para poder dedicarse por entero a las cosas del Señor.

Algunos afirman que los apóstoles eran casado y que sirvieron así a Jesús. Esto no tiene un

fundamento bíblico, porque en la Biblia no se afirma el estado civil de los apóstoles, si eran casados o solteros; solo se habla de la suegra de Pedro pero no indica si era casado o viudo por ejemplo.

Lo que si afirma la Biblia es que los apóstoles ya fueran solteros o casados lo dejaron todo por el Reino de los cielos, confirmando con ello su radical adhesión al Reino y privándose de una vida familiar por amor a Jesucristo; como hacen hoy día miles de personas que optan por una vida célibe por amor.

Pedro se puso a decirle: "Ya lo ves, nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido." Jesús dijo: "Yo les aseguro: nadie que haya dejado casa, hermanos, hermanas, madre, padre, hijos o hacienda por mí y por el Evangelio, quedará sin recibir el ciento por uno: ahora, al presente, casas, hermanos, hermanas, madres, hijos y hacienda, con persecuciones; y en el mundo venidero, vida eterna.

(Marcos 10, 28ss)

 
 
 

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